El final del juicio que ha desvelado a tantas familias, miembros de nuestra sociedad y que lo tiene como doliente protagonista, me lleva a enviarle estas reflexiones.
Primero me dirijo al padre y como tal desearía aliviar su pena, sabiendo que esto es casi imposible. Sabemos de su trajinar estos años, sobreponiéndose a su dolor y buscando justicia. Nunca pude sacar de mi mente sus palabras cuando dijo que era muy difícil expresar ese sentimiento desolador de haber “encontrado a su hija tirada en una zanja”. ¡Cuánto dolor, Esteban! Lo que hace más admirable su actitud de puntal para sus otros hijos y su esposa. Seguramente ellos han sido también su sostén.
Todo ese dolor lo hizo crecer como persona. No he escuchado de usted más que palabras moderadas y justas. Hoy mismo en la vigilia por la sentencia en el juicio, habló de dolor y tuvo palabras para decir que la familia del joven acusado tampoco merecía tanto sufrimiento.
Por nuestras actividades cívicas también he conocido al ciudadano y como tal deseo felicitarlo.
Porque desde su pena está construyendo para que la sociedad tome conciencia de que todos tenemos culpa y responsabilidad en lo que ocurrió y ocurre a diario en nuestras rutas.
Son muchos los que deben tomar cartas en el asunto y velar por la seguridad de nuestros jóvenes, sobretodo.
Su lucha ha sido desde la propuesta de una ley para controlar la venta de alcohol; se ha dirigido a los dueños de locales nocturnos haciendo ver su responsabilidad en la venta de alcohol a los jóvenes. Las autoridades han comenzado a controlar más gracias a su accionar.
No ha dejado de recordar a los padres la importancia de velar por sus hijos aún yendo a contramano de los hábitos de la nocturnidad.
Un sinnúmero de acciones que han ido más allá de llorar la pérdida irrecuperable de Manuela.
Todos nuestros hijos y nietos son Manuela.
Reciba mi agradecimiento y reconocimiento porque usted desde su dolor ha sido para nosotros como sociedad, un ejemplo de hombría de bien y ciudadano comprometido con sus pares.
Un fuerte abrazo para usted y su familia, rogando por la resignación que aliviará el dolor.